Esta zorra no se cansaba de pedir verga, así que decidí darle lo que quería en una segunda ronda. Mi casa se convirtió en su parque de diversiones personal, con esta guarra gritando como una maldita loca cada vez que se la empotraba contra la pared.
La muy puta no paraba de gemir pidiendo más, así que le di por el culo hasta dejarla temblando. Le encanta que la traten como a la perra caliente que es, y yo no soy quien para negárselo. Se vino tantas veces que perdió la cuenta.